GRACIELA MATURO
CANTATA DEL AGUA.
I .La fuente
a Abel Posse
Agua dormida y sola
no regada
agua escondida, resguardada, dulce,
cuerpo sin forma,
pez que te resbalas.
Agua que de ti misma te alimentas
matriz, pupila, llama,
plata líquida sólo por amor
rebasada.
(Yo era la
hoja polvorienta lavada por la lluvia.
El
viento convertía mis huesos en un arpa,
y
descubrí la fuente, muy adentro.)
Agua dormida
y sola que en mí vives.
Naufragué
para siempre en tu lago llameante
en tu seno
de hielo.
II. La voz
del agua en Compostela
a Pierre Marcombe
Fina es la
voz del agua en Compostela.
Llueve un
agua levísima
sobre la
piedra gris
sobre la
negra fuente
ensimismada.
Cuenta la
lluvia historias
de
peregrinos
que
durmieron cansados
bajo los
fríos soportales.
Canta la
lluvia una canción de amigo
para el
muchacho que se va
lejos
hacia las
rías,
a la guerra.
Dice el agua
que es suya esta ciudad antigua
que son
suyos los atrios acariciados
las columnas
la plaza en
que la tarde bellamente reposa.
Me dice
Rosalía:
Shove miudiño.
Llueve
en Santiago y lloran
suavemente
las gárgolas.
Las
campanadas miden
un tiempo
sin relojes.
III. Del
agua danzante
a Fray Domingo Renaudière de Paulis
Agua lejana
y jubilosa,
danzante
entre las viñas.
Agua
adolescente de espumas
plena de sí,
riente,
hecha de la
sonrisa de un niño.
Agua que se
deshacía por amor
como un
rosario de perlas.
(Como el sol
te entregabas a la vida:
de tu
cuerpo nacían seres nuevos
con cabellos
de miel)
Corazón de
agua
cantante
en tu
vocación de vidamuerte.
Quién dirá
con su lengua tu luz de abismo
tu felicidad
de otro mundo
tu canto de
entresueño.
Agua pura y
huyente
que alcanza
las orillas de blancos cementerios
donde rezan
oscuros los cipreses.
Agua-palabra,
gracia cristalina,
lava mi
frente fatigada.
IV. Aguas
bravías
a
Marta Zamarripa
Otras aguas
me vienen a los ojos.
Son las
aguas violentas del Paraná,
fuertes,
verdes de selva, cargadas de resinas,
aguas que
arrastran troncos, rojas flores,
bestias
dormidas, coronas, osamentas,
astros
caídos.
Ví las aguas
bravías del Paraná
castigando
coléricas la casa del hombre.
Vi sus
brazos alzando los troncos del sauzal,
allá, en
Colastiné,
donde sueñan
salvajes las cañas bravas.
Aguas del
furor y la pasión,
aguas
sombrías despeñándose desde un negro centro ,
esquivas, melancólicas,
destrenzándose
solas en las orillas,
aquietándose
lentas, cansadas, envejecidas.
Aguas del
Paraná, dolientes,
lamiendo el
costado de Santa Fe, la antigua.
Aguas de
amor y desamor,
aguas de
trágico desencuentro.
Río que
nunca vuelves al origen amado.
V. Agua de
azogue
a Hanna Houskowá
Agua sinuosa
y verde del Vildava
lenta,
sombría, luminosa, sola.
Agua de
azogue, densa de misterios,
detenida
en la negra madera de los molinos.
Miro tus
cisnes irreales sobre el mercurio
tembloroso
de lluvia.
Tus
cisnes negros, blancos,
custodiando
el secreto silencioso del tiempo.
Agua
majestuosa del Vildava
cruzada de
puentes, de peregrinos.
Puente
Carlos, lugar sagrado,
templo a la
intemperie.
Volveré a
esta ciudad que está en mi vida
para
encontrar la llave,
las puertas
del castillo.
VI. Puertas
del mar
a Héctor Villanueva
Mar abierto,
redondo como el cielo,
pórtico de
la muerte
muertemar.
Mar de
vida que engendras la pureza del nácar
matriz del
tiempo
cuna de
corales.
Mar donde se
destruyen los cuerpos y los tronos
mar biforme,
cerúleo,
llano de
infinitud.
Mar
de puertas abiertas
suelo sin
lápidas
donde los
marineros descansan entre rosas.
Seno materno
Cueva de
pórfido
pórtico sagrado,
origen,
perla, tierra,
templo ,
puerto
llegada.
Praga, 1995.
(Transcripción: María Florencia Milani)
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