Hilda Hilst.
Diez llamados al amigo.
I
Si te
parezco nocturna e imperfecta
mírame de nuevo. Porque esta noche
me miré, como si tú me miraras.
Y era como si el agua
desease
escapar de su casa que es el río
y apenas deslizándose, sin tocar la orilla.
Te miré. Y hace tanto tiempo
entiendo que soy tierra. Hace tanto tiempo
espero
que tu cuerpo de agua más fraterno
se extienda sobre el mío. Pastor y nauta.
Mírame de nuevo. Con menos altivez
y más atento.
mírame de nuevo. Porque esta noche
me miré, como si tú me miraras.
Y era como si el agua
desease
escapar de su casa que es el río
y apenas deslizándose, sin tocar la orilla.
Te miré. Y hace tanto tiempo
entiendo que soy tierra. Hace tanto tiempo
espero
que tu cuerpo de agua más fraterno
se extienda sobre el mío. Pastor y nauta.
Mírame de nuevo. Con menos altivez
y más atento.
II
Ámame. Es tiempo aún.
Interrógame.
Y yo te diré que nuestro
tiempo es ahora.
Espléndida avidez, basta
ventura
Porque es más vasto el
sueño que elabora
Hace tanto tiempo su
propia tesitura.
Ámame. Aunque te parezca
Demasiado intensa. Y
áspera.
Y transitoria si tú me
repiensas.
III
Si rehacer el tiempo, a mí, me fuese dado
Si rehacer el tiempo, a mí, me fuese dado
Haría de mi rostro de parábola
Red de miel, oficio de magia
En aquella encantada librería
Donde los raros amigos me sonreían
Donde a mis ojos eras torre y trigo
Mi todo intrépido de Poesía
Te tomaba. Felicidad, amigo,
Tan extremada y amplia
El amor
habría sido un alegre encanto.
IV
¿Mi medida?
Amor.
Tu boca en
la mía
Inmerecida.
¿Mi
vergüenza? Verso
Ardiente. Y
mi cara
Reverso
soñador.
¿Mi llamado?
Sagitario
A mi lado
Estrechamente
unida a Tauro.
¿Mi riqueza?
Búsqueda
Obstinada, tú
presencia
En todo:
julio, agosto
Zodíaco
anticipado, página
Ilustrada de
revista
Editorial,
periódico
Telaraña
quebrada.
En cada
rincón de la casa
Fuerte
evidencia
De tu
rostro.
V
Nosotros dos
pasamos. Y los amigos
Y toda mi
alma, mi castigo
De no verte
nunca, tu desamor también
Ha de pasar.
Soy apenas poeta
Y tú,
lúcido, hacedor de palabra,
Inconsentido,
nítido
Nosotros dos
pasamos, porque así es siempre.
Y singular y
raro este tiempo inventivo
Rodeando la
palabra. Trébol oscuro
Desmemoriado.
Coincidido y ardiente
No mi tiempo
de vida tan madura.
VI
Fui Julio sí. Y nunca más lo olvidaré.
Fui Julio sí. Y nunca más lo olvidaré.
El oro en mí, la palabra
Irisada en mi boca
La urgencia de decirme en el amor
Tatuada de memoria y confidencia
Septiembre en enorme silencio
Distancia mi rostro. Tú preguntas:
¿Julio todavía se acuerda de mi?
Los amigos me dijeron que Saturno
Se rehace éste año. Y es tigre
Y es verdugo. Y que los amantes
Pensativos, glaciares
Se quedan sordos al canto conmovido
Y siento así, amor
¿De qué me sirve a mí, decirte más?
VII
Sonrío
cuando pienso
En qué lugar
de la sala
Guardarás mi
verso.
Distante
De tus
libros políticos?
En el cajón
superior
Más próximo
a la ventana?
Sonríes
cuándo lees
O te cansas
de ver
Tamaña
perdición
Amas la
chispa
En mi rostro
maduro?
Y te parezco
hermosa
O apenas te
parezco
Más poeta
tal vez
Y menos
seria?
O qué piensa
el hombre
Del poeta?
Que no es verdad
Mi propia
embriaguez
Y que me
prefieres amiga más pacífica
Y menos
aventurera?
Y que es
casi imposible
Guardar en
tu sala
El vestigio
pasional
De mi
lenguaje?
(te) Parezco
loca?
(te) Parezco
pura?
(te) Parezco
niña?
O que
realmente es cierto
Lo que nunca
me has oído?
VIII
De lunas, locura
y aguacero
Todas las
noches que no fueron tuyas.
Amigos y
niños tiernos.
Intacto mi
rostro-pensamiento
Intacto mi
cuerpo y tanto más triste
Siempre en
busca de tu cuerpo perfecto
Líbrame de
ti. Que reconstruya
Mis pequeños
amores. La ciencia.
Que me
permite amar
Sin
amargura. Y que me da enorme incoherencia
De desamar,
amando. Y te recuerda
-hacedor de
disgusto-
Que yo te
olvide.
IX
Que el poeta
en mí siempre moribundo
Se tienta en
repetir salmos:
Cómo tú
sabes, arquitecto del tiempo
Cómo me
conoces, sin que lo sepa?
Frialdad en
tu gesto, mi ceguera
Y en el
momento de puro ardor
Si a tu lado
me ves. Las tardes
Enlazadas.
Tardes que yo he amado,
Materia de
soledad, intimas, claras
Sufrir la
somnolencia de las aguas
Como si el
barco siempre se negara
Liquidez.
Mis tardes dilatadas
Sobre-existiendo
sola.
Porque la
noche retomó mi verdad:
Tu contorno,
tu rostro álgido sí
Y por eso,
quien sabe, amado.
X
No es sólo un vago sentimiento construido
No es sólo un vago sentimiento construido
Lo que me
hace cantar enormemente
El recuerdo
de nosotros. Es más. Es como un soplo
De Fuego,
fraterno y sincero, es ardiente
Es como si la
despedida se disfrutara
Al saber
Que hay
entre nosotros, un espacio
Aromático,
donde no vive el adiós.
No es sólo
la vanidad de querer
Que a los
cincuenta
Tu alma y tu
cuerpo se enternezcan
De la
gracia, o precisión del poema. Es más.
Y porque
todo éste amor me perdona
Te perdonaré
la indiferencia.
(Traducción: María Florencia Milani)
Dez chamamentos ao amigo
I
Se te pareço noturna e imperfeita
Olha-me de novo.
Porque esta noite
Olhei-me a mim, como se tu me
olhasses.
E era como se a água
Desejasse
Escapar de sua casa que é o rio
E deslizando apenas, nem tocar a
margem.
Te olhei. E há um tempo
Entendo que sou terra. Há tanto
tempo
Espero
Que o teu corpo de água mais
fraterno
Se estenda sobre o meu. Pastor e
nauta
Olha-me de novo. Com menos
altivez.
E mais atento.
II
Ama-me. É tempo ainda. Interroga-me.
E eu te direi que o nosso tempo
é agora.
Esplêndida altivez, vasta
ventura
Porque é mais vasto o sonho que
elabora
Há tanto tempo sua própria
tessitura.
Ama-me. Embora eu te pareça
Demasiado intensa. E de
aspereza.
E transitória se tu me
repensas.
III
Se refazer o tempo, a mim, me fosse dado
Faria do meu rosto de parábola
Rede de mel, ofício de magia
E naquela encantada livraria
Onde os raros amigos me sorriam
Onde a meus olhos eras torre e
trigo
Meu todo corajoso de Poesia
Te tomava. Aventurança, amigo,
Tão extremada e larga
E amavio contente o amor teria
sido.
IV
Minha medida? Amor.
E tua boca na minha
Imerecida.
Minha vergonha? O verso
Ardente. E o meu rosto
Reverso de quem sonha.
Meu chamamento? Sagitário
Ao meu lado
Enlaçado ao Touro.
Minha riqueza? Procura
Obstinada, tua presença
Em tudo: julho, agosto
Zodíaco antevisto, página
Ilustrada de revista
Editorial, jornal
Teia cindida.
Em cada canto da Casa
Evidência veemente
Do teu rosto.
V
Nós dois passamos. E os amigos
E toda minha seiva, meu
suplício
De jamais te ver, teu desamor
também
Há de passar. Sou apenas poeta
E tu, lúcido, fazedor da
palavra,
Inconsentido, nítido
Nós dois passamos porque assim
é sempre.
E singular e raro este tempo
inventivo
Circundando a palavra. Trevo
escuro
Desmemoriado, coincidido e
ardente
No meu tempo de vida tão
maduro.
VI
Foi Julho sim. E nunca mais esqueço.
O ouro em mim, a palavra
Irisada na minha boca
A urgência de me dizer em amor
Tatuada de memória e
confidência.
Setembro em enorme silêncio
Distancia meu rosto. Te
pergunto:
De Julho em mim ainda te
lembras?
Disseram-me os amigos que
Saturno
Se refaz este ano. E é tigre
E é verdugo. E que os amantes
Pensativos, glaciais
Ficarão surdos ao canto
comovido.
E em sendo assim, amor,
De que me adianta a mim, te
dizer mais?
VII
Sorrio quando penso
Em que lugar da sala
Guardarás o meu verso.
Distanciado
Dos teus livros políticos?
Na primeira gaveta
Mais próxima à janela?
Tu sorris quando lês
Ou te cansas de ver
Tamanha perdição
Amorável centelha
No meu rosto maduro?
E te pareço bela
Ou apenas te pareço
Mais poeta talvez
E menos séria?
O que pensa o homem
Do poeta? Que não há verdade
Na minha embriaguez
E que me preferes
Amiga mais pacífica
E menos aventura?
Que é de todo impossível
Guardar na tua sala
Vestígio passional
Da minha linguagem?
Eu te pareço louca?
Eu te pareço pura?
Eu te pareço moça?
Ou é mesmo verdade
Que nunca me soubeste?
VIII
De luas, desatino e aguaceiro
Todas as noites que não foram
tuas.
Amigos e meninos de ternura
Intocado meu rosto-pensamento
Intocado meu corpo e tão mais
triste
Sempre à procura do teu corpo
exato.
Livra-me de ti. Que eu
reconstrua
Meus pequenos amores. A ciência
De me deixar amar
Sem amargura. E que me dêem
Enorme incoerência
De desamar, amando. E te
lembrando
- Fazedor de desgosto -
Que eu te esqueça.
IX
Esse poeta em mim sempre morrendo
Se tenta repetir salmodiado:
Como te conhecer, arquiteto do
tempo
Como saber de mim, sem te
saber?
Algidez do teu gesto, minha
cegueira
E o casto incendiado momento
Se ao teu lado me vejo. As
tardes
Fiandeiras, as tardes que eu
amava,
Matéria de solidão, íntimas,
claras
Sofrem a sonolência de umas
águas
Como se um barco recusasse
sempre
A liquidez. Minhas tardes
dilatadas
Sobreexistindo apenas
Porque à noite retomo minha
verdade:
teu contorno, teu rosto álgido
sim
E por isso, quem sabe, tão
amado.
X
Não é apenas um vago, modulado sentimento
O que me faz cantar enormemente
A memória de nós. É mais. É
como um sopro
De fogo, é fraterno e leal, é
ardoroso
É como se a despedida se
fizesse o gozo
De saber
Que há no teu todo e no meu, um
espaço
Oloroso, onde não vive o adeus.
Não é apenas vaidade de querer
Que aos cinqüenta
Tua alma e teu corpo se
enterneçam
Da graça, da justeza do poema.
É mais.
E por isso perdoa todo esse
amor de mim
E me perdoa de ti a
indiferença.
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