Emilia Bertolé
Autorretrato (1931) |
El viaje
Este es el
barco que espero desde niña.
Y el mar,
cuyo sabor aún no conoce mi boca madura.
Me ciñen
apretados adioses
y en el
aire, detenida, se ha quedado mi mano desnuda.
El cielo va
tomando el color de los cielos
que he
mirado entre sueños,
cuando
apagan el paisaje los velos grises de la lluvia.
Un hombre se
inclina para tomarme entre sus brazos,
blando
puente piadoso en el que apoyo, sumisa,
mi sien
húmeda.
Barquero que
ya tiene la misteriosa orden,
para que la
travesía se cumpla.
Voces me
nombran para retenerme;
mi corazón
dormido ya no escucha.
Este es el
barco, amigos, que espera desde niña
la mujer
fatigada que no ha viajado nunca.
(1943)
Mis manos
Manos de Emilia Bertolé, Fotografía de Anne-Marie Heinrich |
Mis manos, ciertas veces,
dan la rara impresión de cosa muerta.
Palidez más extraña no vi nunca;
marfil antiguo, polvorienta cera,
y en el dorso delgado y transparente
el turquesa apagado de las venas.
Carne que bien podría
si la rozara una caricia ardiente,
deshacerse en ceniza
como esas flores frágiles y tenues
que en el fondo oloroso de los cofres
en fino polvo ámbar se convierten.
¿En qué siglo remoto florecieron
estas dos pobres rosas extinguidas?
¡Un milagro, sin duda, las conserva
aquí, sobre mi falda todavía!
Palidez más extraña no vi nunca;
marfil antiguo, polvorienta cera,
y en el dorso delgado y transparente
el turquesa apagado de las venas.
Carne que bien podría
si la rozara una caricia ardiente,
deshacerse en ceniza
como esas flores frágiles y tenues
que en el fondo oloroso de los cofres
en fino polvo ámbar se convierten.
¿En qué siglo remoto florecieron
estas dos pobres rosas extinguidas?
¡Un milagro, sin duda, las conserva
aquí, sobre mi falda todavía!
Estación
En el bar de la estación espero
la llegada de un tren.
Hombres desconocidos me rodean
ninguna mujer.
Sólo mi boca roja en los oscuros
espejos que prolongan la pared.
En el bar de la estación espero
la llegada de un tren.
Hombres desconocidos me rodean
ninguna mujer.
Sólo mi boca roja en los oscuros
espejos que prolongan la pared.
A un desconocido
Lenta apoyo
en tu mano semibárbara
mi mano
palidísima.
Breve, casi
inmaterial,
la insólita
caricia
debió
asombrarte porque tu mirada
buscó a la
extraña mujer desconocida.
Aún
estremece mi muñeca exangüe
una piedad
que no comprenderías.
(1939)
A un extranjero
Acabo de
leer tu libro, oh extranjero,
a quien no
veré nunca.
Y aún estoy
escuchando, estremecida,
tu voz de
olvido y de aventura.
Tu roja voz
cargada del terrible
atractivo de
las cosas inseguras.
Así tu verso
lúcido, que se torna
/evasivo
sin que yo
logre asir su esencia oscura.
Así tu
rostro claro, que de golpe,
se me
enturbia.
Has
encendido un fuego en la tiniebla
y huyes sin
defender su llama pura.
Sé que me
voy a dormir en esta noche
de cautelosa
lluvia:
Tus ojos y
tus versos me han traído
la pena más
absurda!
(1940)
Versos a la noche imposible
El libro de los versos (1921) |
Más allá
de este cielo de chimeneas
está la noche,
pienso inmóvil i tensa.
No la noche sofisticada,
de la ciudad ebria;
turbia del aliento de los hombres i de sus huellas;
sino la alta, pura,
profunda noche verdadera.
de este cielo de chimeneas
está la noche,
pienso inmóvil i tensa.
No la noche sofisticada,
de la ciudad ebria;
turbia del aliento de los hombres i de sus huellas;
sino la alta, pura,
profunda noche verdadera.
La siento
aquí, en mi pecho sofocado,
como una presencia.
como una presencia.
En el latido
de mi sien,
en la ruta violeta de mis venas,
su soplo antiguo crece,
desesperada sed en mi boca que tiembla.
en la ruta violeta de mis venas,
su soplo antiguo crece,
desesperada sed en mi boca que tiembla.
Con qué
dolor oigo cómo me nombra el viento
más allá de las paredes que me cercan!
más allá de las paredes que me cercan!
Con qué
amargo delirio le echo llave a la puerta!
(1941)
(1941)
Elegía de un sueño
Construyo
con livianos colores imprecisos
un fino rostro de hombre, delicado y viril.
Podría ser un marino
si mi mano trazara a sus espaldas
la gris arboladura de un navío.
Pero me duele aislarlo en la verde lejanía del mar
y en su olvido.
Mejor un bosque, pienso, un bosque de altos árboles negros
en un crepúsculo sombrío
para que se destaque como laminado
su voluntarioso perfil esquivo.
Lo nombraría así, el Cazador nómade,
o el Soñador a quien ha detenido
inmóvil un instante la afelpada
soledad del camino.
Pero le temo a la sigilosa sombra del bosque
y a su desvarío.
Y una ciudad que levante sus muros
deslumbrantes y lisos?
No quiero encarcelar su altiva sien desnuda
en un geométrico laberinto.
Ni en la luz sosegada de una alcoba
desdibujarle todos los caminos.
Vencida, ya no dibuja mi mano;
sólo palpan mis dedos, perdidos,
el fino rostro de hombre que ha quedado por siempre
desnudo de paisaje y de destino.
En tanto ya la lenta marea violeta de la tarde cubre mi pecho estremecido.
con livianos colores imprecisos
un fino rostro de hombre, delicado y viril.
Podría ser un marino
si mi mano trazara a sus espaldas
la gris arboladura de un navío.
Pero me duele aislarlo en la verde lejanía del mar
y en su olvido.
Mejor un bosque, pienso, un bosque de altos árboles negros
en un crepúsculo sombrío
para que se destaque como laminado
su voluntarioso perfil esquivo.
Lo nombraría así, el Cazador nómade,
o el Soñador a quien ha detenido
inmóvil un instante la afelpada
soledad del camino.
Pero le temo a la sigilosa sombra del bosque
y a su desvarío.
Y una ciudad que levante sus muros
deslumbrantes y lisos?
No quiero encarcelar su altiva sien desnuda
en un geométrico laberinto.
Ni en la luz sosegada de una alcoba
desdibujarle todos los caminos.
Vencida, ya no dibuja mi mano;
sólo palpan mis dedos, perdidos,
el fino rostro de hombre que ha quedado por siempre
desnudo de paisaje y de destino.
En tanto ya la lenta marea violeta de la tarde cubre mi pecho estremecido.
Cansancio
Autorretrato (1915) |
La ciudad,
amigos, me clavó sus garras
Y así soy
ahora / de turbia y extraña.
Tornáronse
crueles / mis pupilas claras
Y amarga se
hizo/ mi boca rosada / que solo sabía
Compasiva y
buena / de dulces palabras.
Ocultan mis
manos / bajo el guante tibio
de piel
perfumada / las uñas agudas
cual finos
puñales / como una amenaza.
Y tras la
sonrisa / -sonrisa brillante, perfecta, mundana
bosteza el
profundo / cansancio de mi alma.
Atardecer
Aquí estamos
Tejiendo antiguos sueños.
Ya la tarde ha caído; está azul la ventana
Y hay una fina sombra morada en torno nuestro.
Nos borramos en la hora, amigo mío;
ni tu cálido acento
Logran ahuyentar esta espectral atmósfera
en que, como la luz, nos disolvemos.
Mi cabellera es como un humo pálido
Y humo tus ojos negros.
Somos dos sombras en la sombra, en tanto
Se deshace la rosa del silencio.
Tejiendo antiguos sueños.
Ya la tarde ha caído; está azul la ventana
Y hay una fina sombra morada en torno nuestro.
Nos borramos en la hora, amigo mío;
ni tu cálido acento
Logran ahuyentar esta espectral atmósfera
en que, como la luz, nos disolvemos.
Mi cabellera es como un humo pálido
Y humo tus ojos negros.
Somos dos sombras en la sombra, en tanto
Se deshace la rosa del silencio.
La noche
Desnudo (1919) |
Ha descendido sobre mi cansancio
En mi frente desnuda, su caricia
Pone una suave venda de letargo.
Inmóvil
Oigo el rumor de la ciudad, lejano.
Amortajada de silencio y sombra,
Descanso.
En mi frente desnuda, su caricia
Pone una suave venda de letargo.
Inmóvil
Oigo el rumor de la ciudad, lejano.
Amortajada de silencio y sombra,
Descanso.
En la noche
Humedad en
la noche.
Silencio.
El pasado
está solo,
Impenetrable,
negro.
Se destacan
apenas en lo alto
Las copas de
los árboles enhiestos,
Y hay un
frescor de gruta
En los
hondos senderos.
El cielo en
esta hora
Es un profundo
abismo azul eléctrico
Como flores
marinas, las estrellas,
Titilan
suavemente tras el follaje denso,
Y caen
gruesas gotas verdosas y pesadas
De los
blandos helechos.
¡Las
ciudades, los hombres
Qué lejanos, Dios mío, de este rincón eterno!Autorretrato |
Hola, María Florencia. Muy bueno todo lo que publicás en tu blog. Quería preguntarte por la foto de Anemarie Heinrich, porque la encontré por otro lado con el título Publicidad de manos. Sabés si son realmente las manos de Emilia Bertolé? Sería muy valioso para mí poder corroborar esa información. Desde ya, muchas gracias y nuevamente felicitaciones por tu trabajo.
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