domingo, 5 de agosto de 2018

Cristina Peri Rossi, Condición de mujer (2005)




CRISTINA PERI ROSSI
CONDICIÓN DE MUJER (2005)















DEDICATORIA
La literatura nos separó: todo lo que supe de ti
lo aprendí en los libros
y a lo que faltaba,
yo le puse palabras.




INVITACIÓN
Una mujer me baila en los oídos
palabras de la infancia
yo la escucho
mansamente la miro
la estoy mirando ceremoniosamente
y si ella dice humo
si dice pez que cogimos con la mano,
si ella dice mi padre y mi madre y mis hermanos
siento resbalar desde lo antiguo
una cosa indefinible
melaza de palabras
puesto que ella, hablando,
me ha conquistado
y me tiene así,
prendida de sus letras
de sus sílabas y consonantes
como si la hubiera penetrado.
Me tiene así prendida
murmurándome cosas antiguas
cosas que he olvidado
cosas que no existieron nunca
pero ahora, al pronunciarlas,
son un hecho,
y hablándome me lleva hasta la cama
adonde yo no quisiera ir
por la dulzura de la palabra ven.




PALABRA
Leyendo el diccionario
he encontrado una palabra nueva:
con gusto, con sarcasmo la pronuncio;
la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso,
la digo, la encierro, la lamo, la toco con la yema de los
dedos,
le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos,
la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,
le clavo un alfiler, la lleno de espuma,
después, como a una puta,
la echo de casa.




BAUTISMO
Entonces Adán la llamó
le puso nombres
dichoso le dijo paloma,
pez,
moabita
mármol
estatua que acaricio,
la llamó frío y nostalgia,
Adriana, pájaro,
árbol
y mi dicha,
le dijo arcángel,
adoradora,
la llamó espuma de los mares, cardumen, Ifianasa,
lumen, montaña, lámpara
le dijo forma de mí pero más que nada forma
ánfora, cortesía, dama amabilis,
ósculo, pie de mi camino,
le dijo doncella encerrada,
alabaré tu amor más que los castillos,
le dijo amistad y fragancia,
la llamó voz de los valles,
eco de collados,
amiga mía,
pero ella nada oyó,
porque El Señor la había hecho sorda
.




VÍA CRUCIS
Cuando entro
y estás poco iluminada
como una iglesia en penumbra
Me das un cirio para que lo encienda
en la nave central
Me pides limosna
Yo recuerdo las tareas de los santos
Te tiendo la mano
me mojo en la pila bautismal
tú me hablas de alegorías
del Vía Crucis
que he iniciado
-las piernas, primera estación-
me apenas con los brazos en cruz
al fin adentro
empieza la peregrinación
muy abajo estoy orando
nombro tus dolores
el dolor que tuviste al ser parida
el dolor de tus seis años
el dolor de tus diecisiete
el dolor de tu iniciación
muy por lo bajo te murmuro
entre las piernas
la más secreta de las oraciones
Tú me recompensas con una tibia lluvia de tus entrañas
y una vez que he terminado el rezo
cierras las piernas
bajas la cabeza

cuando entro en la iglesia
en el templo
en la custodia
y tú me bañas.




SÁLVESE QUIEN PUEDA
Si fui amarga fue por la pena.
El capitán gritó "Sálvese quien pueda"
y yo, sin pensarlo más, me lancé al agua,
como ávida nadadora
como si siempre hubiera estado esperando ese momento,
el momento supremo de soledad
en que nada pesa
nada queda ya
sino el deseo impostergable de vivir;
me lancé al agua, es cierto, sin mirar atrás.
De mirar quizás no me lanzara
habría vacilado mirando tus grandes ojos tristes
siniestros remordimientos me hubieran impedido ya
saltar al espacio
tocar la fría humedad del aire
el nocturno relente
y caer
como recién nacida
en la flotante superficie del bote
donde todo habría de continuar,
no se sabe adónde.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes
la vela suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes,
la vela mística suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás.
"Sálvese quien pueda" gritaba el capitán
De haber mirado
de haber vuelto los ojos
como Eurídice
ya no podría saltar
pertenecería al pasado
anclada entre las redes del barco, tu capitán, el moho de las sillas
los versos que consumíamos en las noches de vigilia
tu pereza de saltar,
tu vergüenza de correr,
atrapada entre las hermosas lianas de los versos preferidos,
acaso no hubiera respirado más el aire salino
ni visto aparecer el sol;
era un caso de vida o muerte
"Sálvese quien pueda"
había gritado el capitán,
la vida era una hipótesis de salto,
quedarse, una muerte segura.




ESCORIACIÓN
Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele y arde el yodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma,
que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esta suerte de heridas,
escoraciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoriaciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoraciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.




AFRODITA
Y está triste
como una silla abandonada
en la mitad del patio azul
Los pájaros la rodean
Cae una aguja
Las hojas resbalan
sin tocarla
Y está triste
en mitad del patio
con la mirada baja
los pechos alicaídos
dos palomas tardas
Y un collar
sin perro
en la mano
       
      Como una silla vacía.




INVOCACIÓN
Si el lenguaje
este modo austero
de convocarte
en medio de fríos rascacielos
y ciudades europeas
fuera
el modo
de hacer el amor entre sonidos
o el modo
de meterme entre tu pelo
Penétrame
     occidental y perversa
     parodiando a los dioses más diversos
     siglos en prolongada decadencia
     permiten que para el caso
             cambiemos de papel

Penétrame
     profunda y larvariamente
     tu laberinto de palabras
     tiene el privilegio
     que le presta la poesía.




PROYECTOS
Podríamos hacer un niño
y llevarlo al zoo los domingos.
Podríamos esperarlo
a la salida del colegio.
Él iría descubriendo
en la procesión de nubes
toda la prehistoria.
Podríamos cumplir con él los años.

Pero no me gustaría que al llegar la pubertad
un fascista de mierda le pegara un tiro.

No quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en ésta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás
viviendo sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizás tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
La literatura me mató
pero te le parecías tanto.




REMINISCENCIA
No podía dejar de amarla porque el olvido no
existe y la memoria es modificación, de manera
que sin querer
amaba las distintas formas bajo las cuales ella aparecía en sucesivas
transformaciones y tenía nostalgia de todos los lugares
en los cuales jamás habíamos estado,
y la deseaba en los parques
donde nunca la deseé y moría de reminiscencias
por las cosas que ya no conoceríamos y eran tan
violentas e inolvidables
como las pocas cosas que habíamos conocido.


Desde alguna parte
me mira
esa mujer que fuiste
alguna vez lejana
y me pide cosas
me pide memoriales
versos
y perdón por el futuro.


El monótono oficio de amarte
o poesía
extrañas parejas pasean por el parque
signos de una tipografía que ya
conozco por haberla usado desde
pequeña Y el globo de sol
que un extraño colocara en el jardín
como una O redonda
mayúscula
quizás para recordarme
que he de amarte
medida y rimada
como aquellos poemas antiguos,
un poco viejos,
aprenderte de memoria
como un libro de lectura
del cual surge el caballo blanco en el que
viajo en tus sueños nocturnos y la nostalgia
de mamá
por cuya culpa
sin duda     
             te amo




CACERÍA PARA UN SOLO ENAMORADO
Me pasé el día recortando palabras para ella.
No era fácil, porque había palabras duras y cortantes
que no se dejaban asir con docilidad;
las perseguía con las tijeras pero ellas fruncían el ceño
abrían las piernas, amenazaban arrojarse desde el balcón.

A veces las sorprendía distraídas,
pero cuando despertaban de su sueño de extranjeras
comenzaban a gritar y a rebelarse,
en un estallido de fricativas por el aire,
deshaciendo los espejos y los vasos.

Más fácil era atrapar a las que dormían
echadas sobre el sofá, como una playa,
pero eran palabras lúbricas y haraganas
perezosas de expresar y de pronunciarse.
Persiguiendo una palabra que tenía muchas piernas
hice tanto ruido que alguna gente se asomó por la ventana.

“Es el vecino –comentaron–
Caza palabras. Deberíamos ayudarlo”.

No sabían que era un regalo solitario.

Recorté muchas
palabras como verde
baila
          viento
álamo liviano
ven
         vamos a acostarnos
y otras palabras menudas
niñas aún
como núbil
mórbida
         caza
corza
         ánade
astil
         incensario.
Palabras maduras –muérdago
                                   mármol
                                   moro
                                   Mauritania–
palabras estrafalarias
                                   desdoro
                                   pundonor
                                   puericultura
y al final, separé las más queridas:

trilce – lábil – púber – araucaria.

Quería que las tocaras con los dedos
y bajo tus yemas
palpitaran
su pulpa sensible
su densidad.

Eran palabras mansas
retóricas
convencionales,
me contaste

–la fiesta aún no había comenzado–
no sé qué cosa de un señor
llamado Jorge Luis Borges
que está de moda
y la historia de una amiga
muerta allá en el mar
en tardes lilas y lluviosas
cuando los peces bajan
a morir en la costa
y los lobos se esconden.
Fuiste a la ventana
–desde lejos pude apreciar tu desnudez
como un cuadro ocre levemente obsceno–
y me dolían las a de las sandalias
bajo tus pies.

“Hace calor afuera” dijiste
caramba, un pronóstico del tiempo,
era lo único que nos faltaba.
“Me leería un poema o estrujaría una flor”,
sin darte cuenta que entre tus dedos
estrangulabas una amaranta.

“Veremos qué pasa si las dejo caer” comunicaste
y cogiendo las palabras que yo había recortado
las lanzaste desde la ventana por el aire hasta la calle.
Por el camino se descolgó una exhalación
Lloró un gatito
Una libélula perdió las alas
Mentían los sofistas
vértigo me di


llovían palacios
damas encerradas
princesas escarlata
fresas fucsia
y un caimán colorado.

Arca – line – fagia
leía desde la ventana
aaceldimmdoyoscolaree.
Arce – can – tttlu – che – fra – pom
“¿Has visto?” –me dijiste–
“Al final no eran tan irresistibles”
Una palabra sola
salvada del desastre
colgaba todavía del techo
como una mosca.

Me quedé pensando qué palabra sería
si no era una palabra enferma
una palabra descompuesta
una palabra que no sirve para nada.




NAVEGACIÓN
En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
                         Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.




3ª ESTACIÓN: CAMPO DE SAN BARNABA
Esta noche, entre todos los normales,
te invito a cruzar el puente.

Nos mirarán con curiosidad —estas dos
muchachas— y quizás, si somos lo suficientemente
sabias, discretas y sutiles
perdonen nuestra subversión
sin necesidad de llamar al médico
al comisario político o al cura.

Sobre los canales ha llovido una lluvia fina de
algodón; nadie sabe el nombre de estas mariposas
blancas que vuelan sobre los ríos de Venecia
como plumas
que cubren las aguas y los puentes.

Y el vaporetto se desliza suavemente
entre estas flores blancas sin tocarlas
rozándolas apenas
como ronda el deseo en pos de ti
en pos de mí
                        densa película que nos unta
enardeciente,
húmeda,
dual y semejante. 




4º ESTACIÓN: CA FOSCARI
Te amo como mi semejante
mi igual mi parecida
de esclava a esclava
parejas en la subversión
al orden domesticado

Te amo ésta y otras noches
con las señas de identidad
cambiadas
como alegremente cambiamos nuestra ropa
y tu vestido es el mío
y mis sandalias son las tuyas
como mi seno es tu seno
y tus antepasadas son las mías

Hacemos el amor incestuosamente
escandalizando a los peces
y a los buenos ciudadanos de este
y de todos los partidos.
A la mañana, en el desayuno,
cuando las cosas lentamente vayan
despertando te llamaré por mi nombre y tu
contestarás
alegre,
mi igual, mi hermana, mi semejante.




NOCTURNO PLUVIOSO EN LA CIUDAD
De noche, bajo la lluvia
a lo largo de la avenida
la luz de una cabina telefónica

Un hombre llama ansiosamente
No hay tierra firme donde echarse a descansar
El hombre hace gestos con las manos
lejos un triángulo de luces amarillas
cómo resbala el agua en los costados
escaparates llenos de reflejos
el hombre dice: “Por favor, por favor”
un borracho junto a un árbol
Grandes rebajas
los autos pasan veloces:
si atropellaran a alguien no tendrían tiempo de detenerse.

“Escúchame, por favor”, dice el hombre
dos muchachos fuman un poco de
hierba en los diarios de esta mañana
leí algo acerca de una gran catástrofe
no sé si terremoto o bombardeo
“Te quiero”, dice el hombre,
antropoide en la vidriera telefónica
cae la lluvia
un travesti se pasea, pide fuego
los travestis siempre piden fuego y se
pasean el agua le moja la falda, le corre la
pintura, no se puede comprar cosméticos
baratos, murieron dos mil o veinte mil, ya
no recuerdo,
hay un cartel que destiñe con la lluvia:
“Compañero, tu muerte no será en vano”
(¿qué muerte no es en vano?)

Me gustaría saber adónde van las palomas con la
lluvia un locutor anuncia un detergente un
bombardeo “Escúchame”, dice el hombre, se le
acaban las monedas
Extraordinario show-sexy
Se ruega a las personas sensibles no
asistir Me dijeron que se trata de un
caballo que fornica con mujeres
(la Sociedad Protectora de Animales
protestó; ninguna otra sociedad protestó)
es enorme la cantidad de personas no sensibles que
hay, según el cartel

Noches lluviosas donde cualquier suicidio es posible:
hasta el de una mariposa contra la ventana.
Del andén sale una música ambulante
el hombre no tiene más monedas el
travesti ligó
es increíble cómo en momentos decisivos algo nos falta
moneda o mirada
cigarrillo o mujer
a lo mejor se trataba de una inauguración, no sé bien, o
quizás era el destripador de alguna ciudad inglesa.

Se queda un instante indeciso en la cabina
registra a fondo los bolsillos
(¿extraerá una pistola o un cigarrillo?) “Vecchio,
basso”, canta Mina en el amplificador

Una estrella de cine se consagró
un zapatero mató a su mujer
un padre a su hija
alguien bombardeó una ciudad
El hombre no encontró una moneda
y se puso a caminar bajo la lluvia. 




LA EXTRANJERA
Contra su bautismo natal
el nombre secreto con que la llamo: Babel.

Contra el vientre que la disparó confusamente
la cuenca de mi mano que la encierra.

Contra el desamparo de sus ojos primarios
la doble visión de mi mirada donde se refleja.

Contra su altiva desnudez
los homenajes sacros
la ofrenda del pan
del vino y el beso.

Contra la obstinación de su silencio
un discurso largo y lento
salmodia salina
cueva hospitalaria
signos en la página,
identidad.




EL BAUTISMO
Yo te bautizo Babel entre todas las mujeres
Babel entre todas las ciudades
Babel de la diversidad
ambigua como los sexos
nostálgica del paraíso perdido       -útero materno-
centro del mundo
cordón umbilical.

"Poeta -grita Babel- soy la ciega de las lenguas
la Casandra en la noche oscura de los significantes."




BABEL, LA CURIOSIDAD
La extranjera es curiosa.

Sus manos palpan mi cuerpo
como los pasos de un ciego.

Palmo a palmo me dejo recorrer
-vibra el élitro zahorí-.

Lame mis entrañas
prueba el agua de las fuentes,
mide mis caminos,
descubre los túneles secretos
los desfiladeros entre montañas.

No sabe si el territorio nuevo la
complacerá; en todo caso, su deber es
auscultarlo, como corresponde a una recién
llegada, a la exploradora
a la cruel conquistadora.




POÉTICA
Hay gente que espera que la palabra
Del poeta la nombre,
Deje constancia de su identidad.
No sabe que el poeta no habla de los
seres, sino de los símbolos.




AMANECER PRIMERO
Flotábamos en el lecho
—arca de Noé—
como venidos de otro mundo
y raras criaturas
nos acechaban
en el amanecer pluvioso
                                         (caras de monos, ojos de ratón).

En las nubes sudorosas como almohadas
había signos ocultos

                              una geografía difusa
                              un pueblo desterrado.

Aprendíamos una lengua nueva
con ecos de loro
y el timbal de la tormenta.

                              Dije: «Tierra»
                              y era tu vientre.




BABEL BÁRBARA
Altiva como la A (anaconda)
Balbuceante como la B (Babel bárbara)
Colérica como la C (carismática)
Dorada como la D (ditirámbica)
Elemental como la E (elegíaca)
Furibunda como la F (fáustica)
Gutural como la G (gárgola)
Hipnótica como la H (hendida)
Íntima como la I (imantada)
Jupiteriana como la J (jónica)
Lúbrica como la L (loba)
Mórbida como la M (marmórea)
Nocturna noctiluca (nacarada noche)
Opulenta como la O (ombligo y ópalo)
Quejumbrosa como la Q (quimera y quejido)
Rúnica como la R (rondadora)
Sardónica como la S (soez, soñadora)
Turbadora como la T (tañido y tambor)
Ungida como la U (umbría, ungulada)
Visceral como la V (vientre, voluta)
Yuxtapuesta como la Y (yoica)

                           te maldigo y te bendigo
                       te nombro y te fundo.




AUTO DE FE
Con voces inmisericordes.

Con coros báquicos y aleluyas.

Con palacios destruidos cuyas ruinas soberbias admiramos.

Con espacios blancos donde flotan
Irreales barcos hundidos.

Con una corte de princesas de tarot
y espadas de cartón para los juegos de la tarde.

Con la fuerza del Antiguo Testamento
cuyos apocalípticos pecados son siempre más
intensos que los mediocres desacatos del presente

Con las herejías ebrias de fe
de los hijos rebeldes de la Iglesia

Con fantasías nocturnas llenas de presentimientos

Con los presagios de los sueños
y de las hojas de los tréboles

Con la turbia mirada de los ocelotes en celo

Con esta sujeción al deseo
llamada –otro sí– abnegación
                                         Sin ninguna simplicidad
                            Te amo.




LA PASIÓN
Salimos del amor
como de una catástrofe aérea

Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo

¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?

Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados

Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas

y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.




EL PARTO
Desde el fondo del vientre,
como una montaña,
la oscura fuerza del deseo.

El deseo, oscuro como una semilla.
La semilla cerrada y muda
como una ostra.

Los labios de la ostra
Lentamente abriéndose,
como la vulva, la vulva, húmeda y
violeta, a veces, fosforescente.

Babel, echada hacia adentro,
como una semilla. Guardada
como una ostra. Ensimismándose,
como el caracol encogido.
Babel torre, Babel casa escondida.

           << Es largo esconderse nueve meses>>, dice
           Babel, henchida.
La palabra, apuntando hacia afuera.

La palabra, sobresaliendo del vestido.

La palabra, empujando su brote,
su alegría, su maldición.

Babel por las calles como una virgen,
como si nada escondiera. Babel bailando en bable.
Babel vestida.

             Y de pronto, súbitamente el grito.
Descendiendo por las piernas abiertas, el grito.
Desfondándose en las sábanas, el grito.
Licuándose en las caderas duras como anclas, el grito.
Forzándose a salir, el grito.
Brutal, ojeroso, hondo, gutural,
                                                        onomatopéyico,
negro, desentrañado,
                                       el grito:
partido en dos,
hecho de sangre,
                              voz de la víscera,
palabra sin lugar en el diccionario.




GENEALOGÍA
                                              (Safo, V. Wolf y otras)
Dulces antepasadas mías
ahogadas en el mar
o suicidas en jardines imaginarios
encerradas en castillos de muros lilas
y arrogantes
espléndidas en su desafío
a la biología elemental
que hace de una mujer una paridora
antes de ser en realidad una mujer
soberbias en su soledad
y en el pequeño escándalo de sus vidas

Tienen lugar en el herbolario
junto a ejemplares raros
de diversa nervadura.




CONDICIÓN DE UNA MUJER
Soy la advenediza
la que llegó al banquete
cuando los invitados comían los postres

Se preguntaron
quién osaba interrumpirlos
de dónde era
cómo me atrevía a emplear su lengua

Si era hombre o mujer
qué atributos poseía
se preguntaron por mi estirpe

 <<Vengo de un pasado ignoto –dije–
de un futuro lejano todavía
Pero en mis profecías hay verdad
Elocuencia en mis palabras
¿Iba a ser la elocuencia
atributo de los hombres?
Hablo la lengua de los conquistadores,
es verdad,
aunque digo lo opuesto de lo que ellos dicen.>>

Soy la advenediza
la perturbadora
la desordenadora de los sexos
la transgresora

Hablo la lengua de los conquistadores
pero digo lo opuesto de lo que ellos dicen.




DISTANCIA JUSTA
En el amor y en el boxeo,
todo es cuestión de distancia.

Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo,
digo tonterías
me echo a temblar.

Pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.




HIPÓTESIS CIENTÍFICA
Nada dice acerca del amor
la hipótesis biológica
de que se trata de una reacción química.

No tengo ningún inconveniente en admitir
que te aman mis jugos interiores
que tu ausencia me intoxica la sangre de negra
bilis que al contemplarte
sube la tasa de mi monóxido de carbono
y los linfocitos se reproducen alocadamente.

Si me pongo lírica
y se me traba la lengua
¿cómo no reconocer que alteras mi metabolismo
basal y entorpeces mis digestiones?

Mis narinas tiemblan
aumenta la presión de la sangre
enrojezco y me altero
o sudo y palidezco.

Mi amor es gutural e instintivo
como el celo de los animales.

Cualquier metáfora que erija
como un vestido sobre la epidermis
será artificio.

Y sin embargo,
       cuando te hablo,
evoco leyendas antiguas:

Tristán, Iseo, la cruel Turandot,
Dido, la enamorada, y la indiferente
Helena se amontonan en mi boca, viajan,

en ríos blancos de saliva.

        Hipótesis científica
o cultura,
lo mismo da:
mis vísceras no distinguen,
aman, sin preguntarse qué es el amor.




ENCOMIENDA
No sé qué apetencias oscuras
hay en su cuerpo, señora,
encerradas en carnes blancas,
señora.

Para que de pronto, su ansiedad estalle
como granada abierta (de
grandes labios rojos)

        Me hago cargo, señora,
me hago cargo:
la monto  la manto  la palpo  la sobo
la beso  la calco  la solapo
y usted bala como bovina
usted ruge como marabunta
usted piafa como yegua de raza
usted resopla como marsopa
usted finalmente acaba
a caballo
y yo acabo.




POÉTICA
Versayanira –el mayor poeta hindú-
                           escribió más de seiscientos poemas
                           como  si fuera una muchacha

Escribiré entonces
                           como si fuera un hombre
                           y nadie hablará de mi sexo.




TANGO
La ciudad no eras vos.

No era tu confusión de lenguas
ni de sexos.

No era el cerezo que florecía -blanco-
detrás del muro
como un mensaje de Oriente.

No era tu casa
de múltiples amantes
y frágiles cerraduras.
     
La ciudad era esta incertidumbre
la eterna pregunta -quién soy-
dicho de otro modo; quién sos.




AQUELLA NOCHE
La noche en que nos conocimos
yo empecé a perder
La cerilla explotó
y me quemó los dedos
manché mi blusa con el vino
Olvidé por completo el nombre
del mes y del día.

        Tanta turbación
sólo podía ser la prueba
de un deseo muy grande

tan grande
que ni tú misma
podías satisfacer.





HUMILDAD I
Nunca he pretendido que una sola idea
explicara la diversidad del mundo ni
un Dios
fuera más cierto que numerosos dioses.

Nunca he pretendido que la
Psicología excluyera a la biología, ni
que tener un sexo
excluyera al otro.

Nunca he pretendido que una sola
persona colmara todos mis deseos ni
satisfacer todos los deseos
de una sola persona.

Nunca he pretendido vidas anteriores
ni vidas futuras:
no creo haber sido
nada más que lo que soy
y eso, a veces,
con grandes dificultades. 




HISTORIA DE UN AMOR
Para que yo pudiera amarte
los españoles tuvieron que conquistar
América y mis abuelos
huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte
Marx tuvo que escribir El Capital
y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte
en España hubo una guerra civil
y  Lorca murió asesinado
después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte
Catulo se enamoró de Lesbia
y  Romeo, de Julieta
Ingrid Bergman filmó Stromboli
y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,
Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors
y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte
alguien tuvo que plantar un cerezo
en la tapia de tu casa
y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte
tuve que huir en barco de la ciudad donde
nací y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin, ocurrieron
todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos
sólo existe un gran desorden.




MENSAJES
Se escribe
como se lanza botella al mar:
soñando con una playa
un lector, una lectora
pero cuando por azar de los vientos
y  la conjunción errática de las mareas
la botella navegante llega a la orilla
y alguien la recoge
–lee el mensaje–
hay que confesar: quien envió el
mensaje está ya en otra cosa.




LOS GRANDES TRANSATLÁNTICOS
Cuando los grandes transatlánticos
–blancos como ballenas
de gloriosos nombres italianos­–
Cristóforo Colombo, Américo Vespucci–
zarpaban lentamente de las radas –quince
días de mar
y el clap-clap-clap del agua–
yo te invité al puerto
a ver salir los barcos.

Vivías en una gran ciudad
de espaldas al mar
En tu vida había muchas cosas:
música-autopistas-cenas
comités-colegas-teléfonos
De espaldas al mar
sin contemplar
la mansa taciturnidad de los barcos.
 <<Son algo majestuoso>> dijiste.

El barco blanco
flotaba en la rada
mecido por las aguas
como por un sueño.
Ballena antigua,
se había echado a descansar.
En torno a él
oscuros hombrecitos de mono azul
trabajaban en su vientre
como diminutos Jonases digeridos.

Desde entonces, tu amor
tuvo una maroma:
me amabas
porque una tarde de invierno,
en lugar del cine,
te llevé a ver salir los barcos.




R.I.P
Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado      fenecido
finiquitado
occiso     perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
                        ¿por qué late todavía?




COMBATE
En la lucha
contra tus sentimientos
perdiste un diente
una costilla
el dibujo
del labio superior
Sangraron las mejillas
zumbó el oído
y un ojo se volvió negro.

Alzaste el brazo
pidiendo tregua:
el combate había finalizado
tus sentimientos,
destruidos, yacían por el suelo,
vencidos.
¿A qué viene, entonces,
esta melancolía crepuscular,
la casa en silencio,
tú sola en la habitación,
los recuerdos tumefactos?




LA FACTURA DEL LENGUAJE DE LOS LINGÜISTAS APLICADA A LA VIDA COTIDIANA
Le dije que me gustaba, y quedé insatisfecha.
La verdad era que a veces no me gustaba
nada, pero no podía vivir sin ella. Le dije que
la quería,
pero también quiero a mi perro.
Después le dije que la amaba,
pero mi incomodidad fue mayor aún:
no tenía un cúmulo de buenos sentimientos,
a veces mis sentimientos eran muy malos,
quería secuestrarla, matarla de amor,
reducirla a la esclavitud, dominarla. A
veces, sólo quería su placer.
La complicidad que reclamé
era imposible: ¿qué complicidad se puede establecer
con alguien cuya sonrisa nos lleva al paraíso
y cuya indiferencia nos conduce al infierno? (William
Blake) Decidí prescindir del lenguaje,
entonces me acusó de no querer comunicarme.

Desde hace unos años, sólo existe el silencio.
Encuentro, en él, una rara ecuanimidad:
la de los placeres solitarios.




XIV
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
-ni Freud, ni Martí-
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un
torturado, la literatura tiene sentido.




XXIII
Y vino un periodista de no sé dónde
a preguntarnos qué era para nosotros el exilio.

No sé de dónde era el periodista,
pero igual lo dejé pasar
El cuarto estaba húmedo estaba frío
hacía dos días que no comíamos
Bocado sólo agua y pan
las cartas traían malas noticias del Otro
Lado <<¿Qué es el exilio para usted?>> me
Dijo <<A Alicia la violaron cinco veces
y luego se la dejaron a los perros>>
Bien entrenados,
los perros de los militares
fuertes animales
comen todos los días
fornican todos los días,
con bellas muchachas con bellas
mujeres, la culpa no la tiene el perro,
sabeusté,
perros fuertes,
los perros de los militares,
comen todos los días,
no les falta una mujer para fornicar
<<¿Qué es el exilio para usted?>>
Seguramente por el artículo le van a dar dinero,
nosotros hace días que no comemos

<<La moral es alta, compañero, la moral está intacta>>
rotos los dedos, la moral está alta, compañero,
violada la mujer, la moral sigue alta, compañero,

desaparecida la hermana, la moral está alta,
compañero, hace dos días que sólo comemos moral, de
la alta, compañero,
<<Dígame qué es el exilio, para usted>>

El exilio es comer moral, compañero.




Dialéctica de los viajes
Para recordar
tuve que partir.
Para que la memoria rebosara
como un cántaro lleno
–el cántaro de una diosa inaccesible–
tuve que partir.
Para pensar en ti
tuve que partir.
El mar se abrió como un telón
como el útero materno
como la placenta hinchada
lentas esferas nocturnas brillaban en el cielo
como signos de una escritura antigua
perdida entre papiros
y la memoria empezó a destilar
la memoria escanció su licor
su droga melancólica
su fuego
sus conchas nacaradas
su espanto
su temblor.
Para recordar
tuve que partir
y soñar con el regreso
–como Ulises–
sin regresar jamás.
Ítaca existe
a condición de no recuperarla.




MONTEVIDEO
Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.
Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.
Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas
Una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.
Y sin embargo
la quise
con un amor desesperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire.
La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos
Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.




GOTAN
Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno

No, nadie te esperó, nunca.
No te esperaron los árboles
que habías plantado
ni la estatua del indio herido
en bronce enmohecido
No te esperó tu tía abuela
que murió llamándote
ni la silla de mimbre que vendieron
ni la calle
que cambió de nombre
El mar no espera nunca
y en su ir y venir
no hay Arrabal amargo
no hay Mi Buenos Aires querido
cuando yo te vuelva a ver

No está Osvaldo Soriano con su gato
recogido en la rue
que maullaba en francés

ni la dulce francesita que te salvó de los flics
una noche de invierno, en París

No está Raquel que vendía periódicos
y preservativos y sabía el nombre de los árboles
aún de los más viejos

No adivino el parpadeo de las luces
que a lo lejos van marcando mi retorno

No hay retorno:
el espacio cambia
el tiempo vuela
todo gira en el círculo infinito
del sinsentido atroz

No quiero volver con las sienes marchitas
las nieves del tiempo platearon mi sien

No quiero un arrabal amargo metido en mi vida
como una condena de una maldición
ni que tus horas sombrías torturen mis sueños

No quiero que el camarero del Sorocabana
me pregunte, treinta años después: “¿Un capuchino,
como siempre?”
Siempre no existe,
Gardel murió
y la Tana Rinaldi también emigró.
Quiero otra luz, otro mar,
otras voces, otras miradas
romper este pacto de nostalgia
que nos ata, como una condena de una maldición
y no volver a soñar con el barco que atraviesa una mar
oscura
para devolverme a la ciudad donde nací.
No hay Volver
no hay arrabal
Sólo la soledad es igual a sí misma.




BERNANIT
Creo que por amarte
voy a amar tu geografía
-“una fea ciudad fabril””
la llamó su poeta, Joan Maragall-
la avenida que la atraviesa diagonalmente
como un río inacabable
las fachadas de los edificios llenos de humo
bajo los cuales
-palimpsestos-
se descubren dibujos antiguos
inscripciones romanas.

Creo que por amarte
voy a aprender la lengua nueva
esta lengua arcaica
donde otoño es femenino
-la tardor-
y el viento helado
tramonta la montaña.

Creo que por amarte
voy a balbucear los nombres
de tus antepasados
y cambiar un océano nervioso
y agitado –el Atlántico-
por un mar tan sereno
que parece muerto.

Creo que por amarte
intercambiaremos sílabas y palabras
como los fetiches de una religión
como las claves de un código secreto
y, feliz, por primera vez en la ciudad extraña
me dejaré guiar por sus pasajes
por sus arcos y volutas
como la viajera por la selva
en el medio del camino de nuestra vida.
Las ciudades sólo se conocen por amor
y las lenguas son todas amadas.




VIVIR PARA CONTARLO
Te he cedido por una vez
el papel y el lápiz
la voz que narra
la crónica que fija contra la muerte
la nostalgia de lo vivido.
Y me va bien el cambio
te aseguro.
Quiero contemplar
quiero ser testigo
quiero mirarme vivir
te cedo gustosamente la responsabilidad
como un escriba
ocupa mi lugar
goza si puedes con el relevo
serás mi descendencia
mi alternativa.
La que vivió para contarlo.




ESTRATEGIAS DEL DESEO
Las palabras no pueden decir la verdad
la verdad no es decible
la verdad no es lenguaje hablado
la verdad no es un dicho
la verdad no es un relato
en el diván del psicoanalista
o en las páginas de un libro.
Considera, pues, todo lo que hemos hablado tú y yo
en noches en vela
en apasionadas tardes de café
–London, Astoria, Arlequín–
sólo como seducción
en el mismo lugar que las medias negras
y el liguero de encaje:
estrategias del deseo.




UN CICLO ENTERO
Me dices que hemos vivido un ciclo entero
–Vivaldi, Las cuatro estaciones–
y yo me regocijo.
“Es el segundo invierno –me dices–,
ya sé cómo fue el primero.”
El primer invierno:
citas voluptuosas en los hoteles
entrábamos los viernes
salíamos los lunes
ni tiempo para comer
había que devorarse mutuamente
brazos y piernas
labios y nalgas
una sed imperiosa de sorberse
mi carne es tu carne
tu cuerpo es mi cuerpo
mi sangre es tu sangre.
Y la primavera
¿cómo fue entonces la primavera?
“Una vez fuimos al cine
y me tomaste de la mano.”
No miré la película
lo confieso: sólo te miraba a ti.
¿Florecieron los árboles?
“Tuviste alergia en la primavera”
y nos citábamos en hoteles lujuriosos
donde una muchacha negra
–seguramente una emigrante–
tocaba al piano viejas melodías.
Yo la miraba con complicidad
y tú sonreías.
Luego llegó el verano
teníamos calor en los hoteles
y aprendí el olor de tu sudor.
“No me gusta sudar en público”, te dije
recordé vagamente que no sudaba desde hacía muchos años.
Ese verano tú escribiste un diario
y yo no podía dejar de recordarte
de modo que fui muy infeliz.
Vino el otoño después
nuevos hoteles
hasta una casa en barrio elegante
pero seguíamos conociéndonos por el tacto
por el sudor por el olfato
por la piel el pelo y las papilas.
Oíamos música a veces
a veces encendíamos velas
pero especialmente convocábamos a los poetas.
No era raro Darío en el orgasmo
no era raro Dante en la madrugada
no era raro Pavese al anochecer
de los sueños imposibles: huir en barco
marcharse a otra parte
–Kundera: la vida siempre está en otra parte–.

Sin embargo
la vida
cruel
sanguínea
carnal
voluptuosa
la vida y su dolor
y sus sonrisas
estaba allí
encajada como un seno en el otro
como un sexo en otro sexo.
Como la boca en otros labios.




DE AQUI A LA ETERNIDAD
Descubrir a Dios entre las sábanas
-no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita-
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
inicial la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al cíerculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
Saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre.
Descubrir, de pronto, que Dios
era una Diosa,
última ascesis,
de aquí a la eternidad.




EXTRANJERA
Extranjera en la ciudad
Extranjera entre los otros de noche
Me encierro en el bar gay.

Ah, mis hermanos…
El alegre maricón con el pelo verde
Que baila sensualmente
Mientras se mira en el espejo
Cual Narciso teñido
La profesora de francés
Vestida de George Sand
Con su alumna preferida
(Balthus)
Y las parejas siamesas
Que han conseguido
Eliminar las diferencias.
Pido una copa
Todo el mundo baila,
Todo el mundo menos yo.

¿Será posible que aquí también
Entre falsos pelirrojos
Y lesbianas sin pareja
Te sientas otra vez una extranjera?




INSEPARABLES
Y hubo que separar
todo aquello que estuvo siamesamente
unido

la carne de la carne
los labios de los labios
los dedos de los dedos
el vientre del otro vientre.

Y hubo que separar
todo aquellos que estuvo siamesamente
unido

el sueño del sueño
la epidermis de la epidermis
la cutícula de la uña
las pestañas de los párpados
el iris de la mácula

La cirugía obra milagros
-también el psicoanálisis-

Ahora volvíamos a ser solos
individuales
tu rostro no era ya mi rostro
tu despertar ya no era el mío
ni mi mirada era la tuya.

Devolví al mundo lo que había devorado
feto de mi entraña
comida de mi hambre
agua de mi sed
sangre de mis venas
célula de mi tejido
hija de tu vientre
alimento de tu plato
clítoris de tu sexo
epitelio de tus ojos.

Ahora ya somos dos.

La cirugía obra milagros
-también el psicoanálisis-

Instaurada otra vez y para siempre la soledad.




MI CASA ES LA ESCRITURA
En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
(Algolquín, Hamilton, Humboldt, Los Linajes
Grand Palace, Víctor Alberto, Reina Sofía, City Park)
en ciudades alejadas entre sí
(Quebec y Berlín, Madrid y Montreal, Córdoba
y Valparaíso, París y Barcelona, Washington
y Montevideo)

siempre en tránsito
como los barcos y los trenes
metáforas de la vida
En un fluir constante
Ir y venir

No me creció una planta
no me creció un perro

Sólo me crecen los años y los libros
que dejo abandonados por cualquier parte
para que otro, otra
los lea sueñe con ellos

En los últimos años
he vivido en más de cien hoteles diferentes
en casas transitorias como días
fugaces como la memoria

¿cuál es mi casa?
¿dónde vivo?
Mi casa es la escritura
la habito como el hogar
de la hija descarriada
la pródiga
la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos
el único fuego que no se extingue

Mi casa es la escritura
casa de cien puertas y ventanas
que se cierran y se abren alternadamente
Cuando pierdo una llave
encuentro otra
cuando se cierra una ventana
violo una puerta
Al fin
puta piadosa
como todas las putas
la escritura se abre de piernas
me acoge me recibe
me arropa me envuelve
me seduce me protege
madre omnipresente.

Mi casa es la escritura
sus salones sus rellanos
sus altillos sus puertas que se abren a otras puertas
sus pasillos que conducen a recámaras
llenas de espejos
donde yacer
con la única compañía que no falla
Las palabras.






(Transcripción María Florencia Milani)


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